El que fuera candidato del Movimiento Progresista en las pasadas elecciones presidenciales de México, Andrés Manuel López Obrador, ha anunciado finalmente su separación de la coalición de izquierdas para continuar su camino político de la mano del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), asociación civil de la cual es fundador, y que ahora desea convertir en un partido. Tras la derrota en las elecciones de julio, AMLO inició un proceso de desacreditación del triunfo de Enrique Peña Nieto, el cual le llevó a impugnar la elección y a obligar al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) a estudiar las pruebas aportadas por el Movimiento Progresista para invalidar la victoria del PRI. Durante la fase de denuncia y presentación de pruebas que supuso la impugnación, López Obrador todavía contó con el apoyo perredista, pese a haber anunciado durante su campaña electoral que respetaría el resultado, ganara o perdiera. De todos modos, los líderes del partido nunca dejaron de mostrarse muy cautos, aclarando que la lucha contra el supuesto fraude sólo se llevaría a cabo por la vía legal, respetando a las instituciones. No podía ser de otra manera, teniendo en cuenta que muchas de las cabezas visibles del partido sí habían logrado sus objetivos electorales.
Una vez que el Instituto Federal Electoral y el TEPJF declaran válido el proceso electoral y se designa a Peña Nieto como presidente electo, se produce la ruptura entre los intereses del Movimiento Progresista y AMLO. El PRD no estaba dispuesto a apoyar una lucha política al margen de las instituciones, mientras que el tabasqueño siempre tuvo claro que no aceptaría de ninguna manera el regreso del PRI a Los Pinos. En busca de la unidad El 9 de septiembre, AMLO se presentó en el Zócalo de la Ciudad de México para comunicar a sus seguidores el camino a seguir, anunciando la continuación de la lucha contra el sistema y haciendo una llamada a la desobediencia civil. La ausencia de los cargos electos perredistas, así como de otros líderes del partido, evidenció la ruptura entre las partes; distintos objetivos, y distinta estrategia. Desde el momento en que el TEPJF validó la elección, el mensaje de López Obrador y el del PRD se diversificó, evidenciándose una división interna que, de haberse prolongado en el tiempo, habría provocado confusión en los simpatizantes de izquierda y la puesta en duda del liderazgo de AMLO. La firme postura de un amplio sector del PRD de respetar la decisión del Tribunal es incompatible con la inconformidad de AMLO. Por todo ello, Morena y el movimiento estudiantil ‘Yo soy 132’ serán la base del nuevo proyecto político de AMLO, se va con los suyos, con sus incondicionales, los del “relevo generacional”, como él mismo les califica. Ellos son quienes siempre seguirán sus pasos y se moverán a su favor apoyando sus decisiones. El tabasqueño ganará en núcleo duro y revalidará su liderazgo; por contra, perderá un buen número de votantes de izquierda que se quedarán con el PRD, una opción ya consolidada. Veremos si en 2018 volverá a contender por la Presidencia de la República, y si lo hará contra su viejo consejero y compañero de andaduras políticas, Marcelo Ebrard.
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Miguel Ángel Matilla Blanco:
asesor de comunicación estratégica; formador; escritor Categorías
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Junio 2024
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