Las campañas electorales en México han tomado una nueva forma, una que se asemeja más a una guerra de desgaste que a una competencia de propuestas y visión política. El proceso que culminó con las elecciones del 2 de junio es un claro ejemplo de ello, extendiéndose por varios meses y consumiendo los recursos tanto de los partidos políticos como de la paciencia ciudadana. El fenómeno no es exclusivo de un solo partido. Sin embargo, ha sido particularmente notable en el caso de Morena, donde el proceso interno para definir candidatos fue demasiado largo y visible. Esta prolongación de las campañas ha tenido un efecto paradójico: en lugar de generar mayor interés y participación, ha conducido a un agotamiento generalizado. A pesar de lo extenso del proceso electoral, y la saturación publicitaria e informativa, la participación disminuyó del 62.62% al 60.92% respecto a las elecciones de 2018. Para los candidatos, este ha sido un maratón de resistencia, donde el objetivo no ha sido tanto destacar por los logros propios, sino sobrevivir a los errores de los adversarios. La estrategia ha sido clara: mantenerse a flote el tiempo suficiente para llegar al día de las elecciones con la menor cantidad de errores y desgaste posible. Este enfoque ha transformado la dinámica electoral en una de supervivencia más que de propuesta. Los candidatos, en lugar de presentar iniciativas innovadoras o planes de gobierno bien estructurados, se han enfocado en evitar tropiezos y capitalizar los fallos de sus oponentes. Esto ha llevado a una campaña de mínimos, donde el ganador es simplemente el último que queda en pie. En el caso de Morena, la candidata ganadora, Claudia Sheinbaum, solo ha necesitado reiterar la ideología creada por Andrés Manuel López Obrador, posicionándose como su legítima heredera, a través de la repetición de mensajes reconocidos, y de prometer la continuidad de los apoyos sociales. Por su parte, la candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez, tuvo una temprana explosión que la llevó a lograr la candidatura, generando esperanza en la oposición, así como la sensación de que por fin existía una opción suficientemente atractiva como para vencer a Morena. Sin embargo, esta efervescencia inicial no se pudo mantener durante un proceso tan largo. Finalmente, en esta campaña de desgaste, a la mayor parte de la ciudadanía le bastó con optar por la opción que garantizaba al cien por cien la continuidad de los programas sociales, sin mayor interés por otros temas o propuestas, debido al agotamiento y la saturación de publicidad y mensajes políticos durante tanto tiempo.
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Miguel Ángel Matilla Blanco:
asesor de comunicación estratégica; formador; escritor Categorías
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Junio 2024
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