![]() Los líderes de los dos grandes partidos españoles han descubierto un nuevo modo de evitar las situaciones incómodas provocadas por la presencia de los medios de comunicación, aquellos cuya intención no es otra que cuestionar la actividad de los servidores públicos para mantener informada a la población, de un modo más o menos tendencioso, pero informada, al fin y al cabo. En lo que llevamos de año, tanto el presidente del Gobierno y del Partido Popular, Marino Rajoy, como Alfredo Pérez Rubalcaba, líder del PSOE, principal partido opositor, han protagonizado en más de una ocasión un nuevo modelo de ruedas de prensa en la que se invita a los periodistas, cámaras y fotógrafos a una sala comandada por una pantalla de televisión. En el momento de iniciar la comparecencia, la pantalla se ilumina y el muestra al político en cuestión, quien lee un comunicado mientras los redactores apuntan las frases más relevantes, y el resto de profesionales de los medios toman imágenes de la pantalla. Al finalizar la lectura, la televisión se apaga y, como es obvio, no hay ninguna posibilidad de interacción. El pasado tres de junio, el diario El Mundo publicaba unas declaraciones del responsable de medios de la campaña de Barack Obama, Larry Grisolano, en las que aseguraba que en Estados Unidos sería imposible no sólo que el presidente compareciera a través de una pantalla de plasma, sino que se impidieran las preguntas, pues “las ruedas de prensa son parte del trabajo del presidente”. Los peligros Por muy inofensivo y cómodo que pueda parecer a los políticos, este método lleva consigo grandes peligros para la óptima comunicación, entre los que destacaré algunos. Partiendo de la base de que una rueda de prensa tradicional, no tiene nada que ver con estos comunicados ante periodistas presenciales a través de una pantalla de plasma. ![]() En primer lugar, emitir un comunicado en vídeo a modo de rueda de prensa supone trabajar con material enlatado, facilitando excesivamente la labor comunicativa para el emisor, pues no tiene ante él a los periodistas, sino que se mantiene rodeado de su equipo y pendiente de todas sus instrucciones. Asimismo, se anulan posibles reacciones, gestos, o cualquier estímulo no verbal que pudiera añadir información relevante al mensaje. La ausencia de feedback y preguntas elimina cualquier interpretación, más allá de las palabras que el político ha preparado. Las ruedas de prensa se convierten así en meros comunicados. Cuando se han llevado a cabo este tipo de comparecencias, hemos visto imágenes en las que una sala de prensa llena de periodistas, cámaras y fotógrafos, cubren una supuesta rueda de prensa a la que han sido convocados con un expositor que se pronuncia a través de una pantalla. Una situación indigna para los profesionales de los medios de comunicación, pues ante este tipo de comunicados, la labor periodística presencial carece de sentido. Aún así, se invita a los medios a estar presentes, a trasladar a sus trabajadores y su equipo, sólo para visualizar un vídeo. Por último, el hecho de que estas falsas ruedas de prensa se hayan llevado a cabo, sienta un peligroso precedente que podría comenzar a verse como normal. Cualquier cargo público cuestionado, en el momento de dar la cara ante la ciudadanía, puede verse ahora seducido por la opción de comparecer a través de una grabación de vídeo, tal y como ya han hecho los dos principales líderes políticos españoles, evitando así la incómoda presencia de los medios. Tal vez convenga recordar que los medios de comunicación y sus profesionales no son simples canales de transmisión de mensajes; en este caso, son los intermediarios del proceso comunicativo entre la administración y la ciudadanía, y los críticos que toda democracia necesita en su espacio público.
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Miguel Ángel Matilla Blanco:
asesor de comunicación estratégica; formador; escritor Categorías
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Junio 2024
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