![]() En apenas unos meses desde que retomó la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump ha demostrado que no necesita grandes leyes ni gestos diplomáticos para hacer temblar al mundo. Le basta con hablar. O mejor dicho, con elegir cuidadosamente qué decir, cuándo decirlo y a quién apuntar. Su regreso al poder ha estado marcado por una estrategia de comunicación que va mucho más allá del espectáculo: es una herramienta de control. Y la está usando con una precisión quirúrgica. Primero fue la inmigración. Con apenas unos discursos cargados de determinación, Trump logró poner a países como México en modo de alerta. El mensaje sobre deportaciones masivas e inmigración ilegal no solo agitó el panorama político interno, sino que obligó a gobiernos vecinos a prepararse para el posible regreso de miles de connacionales. La narrativa fue tan poderosa que marcó la agenda bilateral sin necesidad de tratados ni visitas oficiales. Después vino la guerra entre Rusia y Ucrania. Trump, con su estilo habitual, decidió mostrarse públicamente como un mediador clave para lograr el alto al fuego. Una movida audaz que generó escepticismo, pero también preocupación real en Europa. Su polémica decisión de distanciarse de Zelenski fue suficiente para desatar debates en medios y parlamentos, y para reubicar a Estados Unidos —o al menos a su presidente— como un actor central en el tablero geopolítico. ![]() Y, por si fuera poco, en las últimas semanas Trump ha girado el foco hacia la economía global. Con amenazas de aranceles y mensajes ambiguos sobre relaciones comerciales, ha conseguido que los mercados internacionales se muevan al ritmo de sus palabras. Las bolsas suben y bajan según su estado de ánimo o el tema que decida tocar esa mañana. Es una coreografía impredecible, pero muy eficaz para mantener el protagonismo. Lo más sorprendente es que, pese a las críticas, su figura domina la conversación pública global. Trump no gobierna solo con decretos, sino con frases bien medidas, con silencios estratégicos, con provocaciones calculadas. Es capaz de generar caos o tranquilidad con una sola declaración, y lo hace con el claro objetivo de mantener a Estados Unidos —y a sí mismo— en el centro del escenario. Para muchos, es un líder descontrolado. Para otros, un genio del relato político. Lo que no se puede negar es que, a través de su estilo comunicativo, está moldeando el presente global.
1 Comentario
Manuel
16/4/2025 04:48:41 am
Muy buen artículo, es justo lo que está ocurriendo con este señor
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Miguel Ángel Matilla Blanco:
asesor de comunicación estratégica; formador; escritor Categorías
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Abril 2025
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