Matilla Blanco
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Elecciones en España: nada que celebrar

21/12/2015

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Se confirmaron las previsiones en la elecciones generales celebradas ayer en España, el Parlamento queda más fraccionado que nunca, hasta el punto de que es imposible crear bloques lógicos para alcanzar la mayoría y formar Gobierno. Pase lo que pase, queda claro que es el inicio de una nueva era de pluralidad y frescura en la política española, que traerá grandes beneficios, aunque tampoco se pueden ocultar otras desventajas evidentes que trae consigo el incremento de distintos colores que forman el Congreso.

Lo primero que hay que destacar es la amarga victoria del Partido Popular, que tendrá muy difícil formar Gobierno tras perder estrepitosamente la mayoría del 2011. A pesar de ello, no se puede olvidar que continúan siendo la fuerza más votada por los españoles, algo bastante meritorio teniendo en cuenta el desgaste sufrido por la corrupción y las primeras medidas anti-crisis que pusieron en marcha. Sin embargo, como apuntaba en el anterior artículo de este blog, no se les podía dar por muertos, y menos aún después del inesperado protagonismo que logró Mariano Rajoy en los últimos días de campaña, que posiblemente le concedieron los puntos que evitaron el empate técnico con el PSOE.

Por su parte, los socialistas continúan su caída libre, ni siquiera la renovación del partido, con una figura más aproximada a lo que reclama el mercado electoral hoy en día al frente, ha evitado que empeoren el resultado de Rubalcaba, algo que parecía imposible teniendo en cuenta que han tenido cuatro años de fácil oposición a un Gobierno que ha ido perdiendo adeptos progresivamente.

Los mejor parados son los dos nuevos grandes partidos, Podemos y Ciudadanos, aunque con matices, porque pese a la fuerte irrupción, las expectativas eran aún mayores, ya que su discurso era muy fácil. En el caso del partido de Pablo Iglesias, el libre y revolucionario movimiento del 15-M que acabó siendo un partido más dentro del sistema, resulta que no pudieron, y que cuando hace unos meses parecía que el nuevo presidente del Gobierno español llevaría coleta, hoy en día es una opción bastante remota. De todos modos, el resultado ha sido mejor del que se esperaba según las últimas encuestas, y está claro que tienen un gran potencial de cara a futuras contiendas.

​Más matices aún es necesario apuntar en el caso de Ciudadanos, otro partido que en algún momento llegó a posicionarse como candidato a ganar las elecciones, y que se ha venido abajo en la última semana, principalmente por tres motivos: defender algunos temas políticamente incorrectos como su posición ante la lucha contra la violencia doméstica (por mucha razón que tuvieran); haber hecho una campaña miedosa, demasiado realista y sincera; y por último, la estocada final, el error de sincerarse (una vez más) a dos días de las elecciones, con Albert Rivera anunciando que se abstendrían a la hora de formalizar pactos, algo que los medios entendieron como facilitar un nuevo Gobierno de Mariano Rajoy. De todos modos, no se puede negar el mérito que supone conseguir cuarenta escaños a la primera.
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Vistos los resultados de los cuatro grandes partidos, y la difícil situación en la que quedan todos ellos, sólo queda esperar y tener en cuenta los distintos escenarios que pueden presentarse a partir de ahora, sin que se pueda descartar la posibilidad de que haya nuevas elecciones. De cualquier modo, se abre una nueva era que, como decía al principio, tendrá sus pros y sus contras respecto a lo que estábamos acostumbrados.

Lo positivo está bastante claro, el Congreso se renueva con una importante presencia de partidos que atraen a la juventud, y a la vez obligan a los protagonistas del ya viejo bipartidismo a espabilar, renovarse y eliminar antiguos malos hábitos. La pluralidad permite que la gente se sienta mejor representada, y que siempre haya alguien dispuesto a defender lo que cada uno considera justo.
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Sin embargo, para cerrar el artículo, tampoco puede olvidarse que la división también tiene desventajas, y es que a partir de ahora será común bloquear propuestas, frenar procesos y mantener un enfrentamiento constante entre las diferentes y diversas fuerzas que componen el Congreso. Asimismo, vicios como el ‘y tú más’, o el chantajismo, serán muy habituales. Sin olvidar el desgaste que sufrirán los partidos que acaben formando el Gobierno, obligados a quitarse la careta, ya que nadie quiere al viejo bipartidismo PP-PSOE, pero alguien va a tener que echarles la mano.

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    Miguel Ángel Matilla Blanco:
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    asesor de comunicación estratégica; formador; escritor

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