Se podría llevar a cabo un extenso debate sobre la conveniencia de la monarquía en España, así como sobre la continuidad de Juan Carlos de Borbón al frente de la Casa Real. Lo que a estas alturas es evidente, es que la imagen pública de la institución se encuentra en su peor momento; los problemas familiares, el fantasma de la corrupción, y las actividades extraoficiales del Rey, en un contexto de crisis económica y desconfianza política, han incrementado el desagrado de buena parte de la opinión pública. Del mismo modo, los acontecimientos demuestran que la figura del príncipe Felipe se ha convertido en la esperanza de la institución y sus defensores. Fue en octubre de 2011 cuando la monarquía recibió su primer suspenso en el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), con una valoración de 4,89 en una escala de cero a diez. Este fue su primer resultado inferior a cinco desde 1994, año en que el centro investigador comenzó a formular la pregunta. Desde entonces, la imagen de la Casa Real se ha ido deteriorando aún más, lo que ha afectado gravemente a su reputación.
Desde aquel primer suspenso hasta la fecha actual, las acciones realizadas por la institución monárquica, así como las informaciones referidas a ésta, no sólo no le han hecho ningún favor, sino que han puesto en entredicho las facultades del Rey para realizar su labor, e incluso han provocado que algunos sectores del PSOE, el segundo partido más votado, comiencen a plantear públicamente el debate entre monarquía y república. Las desafortunadas informaciones atribuidas al Rey, como el caso de la caza de elefantes (por el que tuvo que emitir una improvisada disculpa pública), o su estado de salud, así como las acusaciones de corrupción a algunos de los miembros de la familia, marcaron un pésimo año 2012 para la institución. Tanto que el CIS, que no había vuelto a preguntar por la monarquía desde el suspenso de 2011, volvió a hacerlo a principios de este año, y el resultado publicado en el barómetro de abril demostró el daño que ha sufrido la reputación de la Casa Real en los últimos años, con una valoración de 3,68, su peor dato histórico. La cara amable Pese a todo, Felipe de Borbón y Grecia, príncipe de Asturias y heredero de la Corona de España, mantiene la imagen positiva que, desde hace mucho tiempo, logró forjarse con su buen comportamiento y gran educación. Al contrario de lo ocurrido con la institución, la gestión de la comunicación e imagen personal del príncipe ha sido óptima. Se ha mantenido al margen de la polémica y no ha dejado de transmitir la elegancia que siempre ha desprendido, y tanto gusta a los españoles. Tal ha sido su ascenso que, ante el inestable estado de salud del Rey, ha ido asumiendo la posición de su padre en numerosos actos, demostrando así que está totalmente preparado para esa responsabilidad. Todo ello manteniendo una actitud intachable, sin apenas margen para la crítica negativa.
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Miguel Ángel Matilla Blanco:
asesor de comunicación estratégica; formador; escritor Categorías
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Junio 2024
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