![]() Si hay un tema que ha logrado imponerse en la agenda mediática española en lo que llevamos de año, por encima incluso de la crisis económica, es sin duda el ‘Caso Bárcenas’. La supuesta financiación ilegal del Partido Popular ha provocado que la corrupción se consolide como la segunda gran preocupación de los ciudadanos después del desempleo, tal y como demuestra el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Mariano Rajoy, principal afectado por el cargo que ocupa, es un político que suele apostar por el distanciamiento, el silencio y la espera como estrategia ante las crisis que enfrenta. Así había sido también hasta ahora en este asunto. Sin embargo, tal ha sido el revuelo y la presión mediática, con voces que incluso llamaban a la dimisión o a la convocatoria de una moción de censura, que el mismo presidente del Gobierno se ha visto obligado a ir al Congreso para dar su versión.
La comparecencia fue el pasado uno de agosto y, pese a todo lo que se había comentado en los días anteriores, Rajoy logró salir bien parado, o al menos evitó que la oposición impusiera su mensaje. Incluso la ya célebre anécdota de la lectura de ‘fin de la cita’ (palabras que no debían leerse en el discurso oral, y por ello iban entre paréntesis) le benefició, pues pese a las bromas y burlas provocadas, el verdadero motivo de la comparecencia, la exculpación de un supuesto caso de corrupción, quedó para muchos en un segundo plano. De todos modos, conviene preguntarse hasta qué punto el presidente ha conseguido su objetivo, hasta qué punto el plan de comunicación planteado por su equipo y su partido ha resultado efectivo. Una forma de saberlo es echar un vistazo a dos sondeos publicados por el diario El Mundo, antes y después de la comparecencia. Los estudios fueron realizados por Sigma Dos. ¿Un Gobierno sospechoso? El primer sondeo, del 21 de julio, afirmaba que el 83% de los consultados creían que el PP recibió dinero negro y repartió sobres a sus líderes. El porcentaje habla por sí solo y demuestra que la estrategia comunicativa del PP no estaba siendo la más adecuada, pues una importante mayoría reconocía al partido en el poder y al presidente como supuestos beneficiarios de un caso de corrupción. En el segundo estudio, publicado dos días después de la comparecencia de Rajoy en el Congreso, aseguraba que el 72% de los españoles no habían creído sus palabras al decir que no era culpable; también, resulta llamativo el dato de que el 52,4% de los votantes del PP no creen que el presidente dijera la verdad al asegurar que no existieron sobresueldos en el Partido Popular. Del análisis de ambos sondeos se puede concluir que la comparecencia resultó beneficiosa para los intereses del Gobierno, y evidencia que, ante una crisis como ésta, una explicación a tiempo y en el lugar adecuado es más efectiva que el silencio, o que un comunicado enlatado a través de una pantalla de plasma. Pese a todo, la desconfianza sigue siendo mayoritaria. No sabemos si la financiación ilegal del Partido Popular, reconocida por el propio Luis Bárcenas, benefició a los dirigentes políticos que ocupan cargos actualmente, como en el caso de Rajoy o de la presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal; corresponde a las autoridades pertinentes la investigación del caso. Lo que queda claro, desde el punto de vista de la comunicación estratégica, es que al presidente del Gobierno le ha venido mejor dar la cara que esconderse o esperar, como había hecho en otras ocasiones. Ha ganado credibilidad, aunque la balanza aún es desfavorable.
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Miguel Ángel Matilla Blanco:
asesor de comunicación estratégica; formador; escritor Categorías
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Junio 2024
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