Una vez más, los españoles pudieron disfrutar de un cara a cara televisado entre los candidatos favoritos a ocupar la Presidencia del Gobierno. Alfredo Pérez Rubalcaba, del PSOE, y Mariano Rajoy, del Partido Popular, se enfrentaron durante noventa minutos en un debate en el que las estrategias de los oponentes quedaron claras desde el primer minuto. El debate tuvo lugar a dos semanas de las elecciones generales, pocos días después del inicio de la campaña electoral. En un contexto marcado por la crisis económica, el supuesto cese definitivo de ETA, unos desoladores datos de desempleo, y el resultado del último barómetro del CIS, que muestra una posible mayoría absoluta del PP y descalabro del PSOE.
El candidato socialista, Rubalcaba, planteó el debate como una oportunidad para remontar los datos que muestran las encuestas, su estrategia, movilizar a la izquierda alertando de las conservadoras propuestas que podría poner en marcha el candidato del PP, en caso de ganar las elecciones. Rubalcaba ocupó gran parte de sus intervenciones en preguntar a Rajoy sobre su programa, con el objetivo de que el popular dijera algo que pudiera molestar a los ciudadanos más vinculados a la izquierda, y así facilitar que acudan a las urnas el día de las elecciones. Por otro lado, Rajoy y su equipo diseñaron un debate conservador, en el que Rajoy arriesgase lo menos posible, mantuviera la serenidad ante las embestidas de Rubalcaba, y proyectara una imagen de presidente. Por ello, el candidato del PP se limitó a criticar las acciones del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, sin importarle cometer el error de leer su discurso durante la mayor parte del debate. El popular estableció como eje de su discurso la creación de empleo y el cambio. Rubalcaba ataca, Rajoy no arriesga Mariano Rajoy fue el encargado de abrir el debate, centrándose en la “situación insostenible” en la que se encuentra España, y dando fuerza a la palabra “cambio”. Por su parte, Rubalcaba comienza marcando diferencias con el Partido Popular, tratando de tumbar la idea de que los dos grandes partidos ofrecen lo mismo. Ya desde el inicio del primer bloque, Rubalcaba se mostró especialmente agresivo, culpando al PP del origen de la crisis, y diciendo a Rajoy que no va a profundizar en su programa para no hablar de recortes. En esta parte inicial, el candidato popular protagonizó uno de los momentos más comentados del debate, al confundir a su oponente con José Luis Rodríguez Zapatero, un error que para muchos no fue más que una estrategia, para recordar a los televidentes que Rubalcaba ha sido la mano derecha de Zapatero en el actual Gobierno. A pesar de la actitud del socialista, Rajoy se mostró muy tranquilo, y repitió en dos ocasiones una pregunta que, con total seguridad, caló en los distintos públicos que forman la audiencia: “¿por qué no ha hecho antes lo que propone?”. Confianza frente a cambio Llama la atención la cantidad de veces que Rubalcaba hizo referencia al programa del Partido Popular, sobre todo a partir del segundo bloque. El socialista pedía constantemente a Rajoy que explicase a fondo sus propuestas, tachándolas de ambiguas y calificando al programa como “oculto”. De nuevo, Rubalcaba trataba de presionar a su oponente para que sugiriese algo que no gustase a los ciudadanos. Rajoy no pudo mantener por momentos la tranquilidad que le había caracterizado, interrumpiendo en ocasiones los turnos de Rubalcaba. Sin embargo, el candidato popular no perdió de vista su estrategia, por lo que insistió en “gestionar bien la economía”, sin responder a las preguntas del socialista. En el cierre del debate, Rajoy fue el primero en intervenir, destacando la experiencia y el valor de la superación, calificando a las elecciones como la oportunidad para el cambio. Por su parte, Rubalcaba pidió el voto resaltando sus habilidades como político y la palabra “confianza”. Conclusión Los dos candidatos tenían clara su estrategia y ejecutaron el debate en torno a ella. Rubalcaba consiguió poner en duda las intenciones de Rajoy, y colocó su mensaje: la victoria del PP puede traer consigo recortes sociales. Sin embargo, no consiguió provocar un debate improvisado, en el que hubiera más diálogo, un escenario que le habría favorecido. Tampoco causó ningún desliz por parte de Rajoy, que evadió en todo momento las preguntas del socialista. Rajoy se mostró sereno, mantuvo la compostura y no cometió ningún error sonado, salvo la sospechosa confusión con Zapatero. Por ello, el candidato del PP logró su objetivo, que el debate transcurriera sin sobresaltos y, finalmente, que no cambiase la tendencia que muestran las encuestas. Inmediatamente después del debate, los medios de comunicación dieron como vencedor a Mariano Rajoy, por estrecho margen. El ganador de un debate no aparece en las encuestas, sino en la mente del espectador; sin embargo, el hecho de que los medios hayan considerado a Rajoy como vencedor, echa por tierra la estrategia socialista de aprovechar el debate para mostrar las carencias de su principal oponente. Como titulaba el diario El Mundo en su página web: todo sigue igual.
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Miguel Ángel Matilla Blanco:
asesor de comunicación estratégica; formador; escritor Categorías
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Junio 2024
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