Tras los inesperados resultados de las elecciones generales españolas del 26 de junio, muchos se preguntan cómo es posible que el Partido Popular, a pesar de su desgaste en el gobierno, de la pasiva figura de Rajoy, y de los casos de corrupción que les han salpicado, no solo siga siendo la fuerza más votada, sino que haya logrado más escaños que en la contienda de diciembre. Hay tres claves que explican esta situación, relacionadas con el contexto internacional y, sobre todo, con la equivocada estrategia seguida por sus oponentes, de la que los populares han sabido beneficiarse sin hacer un gran esfuerzo. La primera clave es la polarización; el partido que se autoproclamaba triunfador antes de la elecciones, Unidos Podemos (el ‘sorpasso’, por ejemplo) lleva mucho tiempo declarando como el gran enemigo a batir al Partido Popular; sin embargo, los de Pablo Iglesias han sido incapaces de darse cuenta de que ya no son aquella esperanzadora evolución del 15-M que parecía ser un partido abierto en el que cualquier español que quisiera un cambio pudiera sentirse cómodo. Desde las elecciones municipales y autonómicas, Podemos se ha convertido en un partido más, con poder, con privilegios, cerrado a las decisiones de su planta noble, e incluso personalista. Su falta de coherencia ideológica, que oscila continuamente entre el radicalismo y la moderación, el fallido acuerdo con un viejo partido con más fracasos que éxitos a sus espaldas como Izquierda Unida, así como a algunas confusas acciones de sus principales alcaldías, han provocado que genere una gran animadversión. Es cierto que mantienen a muchos seguidores acérrimos, que incluso han reforzado su compromiso con el partido, pero a la vez, han creado un gran número de detractores a los que no les importa quién gobierne, pero sí tienen claro que no quieren que sea Podemos. El Partido Popular ha aprovechado esta situación a su favor, aceptando su condición de gran enemigo de Unidos Podemos, y declarándose como el voto útil para evitar que “la izquierda radical” (como se refieren continuamente a los de Iglesias, junto a otros calificativos como ‘comunistas’, o ‘bolivarianos’) gane aún más protagonismo. Por tanto, por un lado los detractores de Unidos Podemos crecen por los motivos mencionados y, además, muchos de los que ya existían en diciembre y votaron a Ciudadanos y PSOE, en esta ocasión picaron el anzuelo del voto útil y cambiaron su voto a favor del PP, con el fin de dar menos opciones a Unidos Podemos. Por tanto, tenemos una campaña polarizada, con dos grandes enemigos, PP y Unidos Podemos, con una clara campaña de odio creada desde las dos partes. El resultado es la irrupción de un perfil de ciudadano que no vota al partido que considera la mejor opción, sino al que más daño puede hacer a su enemigo. Es aquí donde entra en juego la segunda clave: la movilización. En el caso de España, siempre se dice que una alta abstención favorece a la derecha, al Partido Popular, y una alta participación les perjudica. Esto se debe a que el PP tiene un gran núcleo duro de votantes que siempre acuden a votar, especialmente fieles y, por supuesto, dispuestos a movilizarse con mayor enjundia en una campaña polarizada en la que hay un gran enemigo a batir. Unidos Podemos no tiene eso, la izquierda española en general no lo tiene. El éxito de la izquierda depende de crear una situación que propicie la llegada masiva a las urnas, ya que es muy probable que quienes no suelen votar, si se animan a hacerlo en alguna contienda, lo hagan a favor de las opciones progresistas. Unidos Podemos no ha sabido crear esta situación, lo logró en las autonómicas y municipales de 2015, y en las generales de diciembre, pero no en esta ocasión. En la comparecencia posterior a los resultados, decían estar sorprendidos y no saber qué había pasado; en mi opinión basta con ver sus acciones en los últimos meses, durante el proceso de pactos, para comprobar, como mencionaba en un párrafo anterior, que han perdido su condición de partido del pueblo y de la esperanza, para convertirse en uno más, y en España, cuando eres uno más, es muy probable que el PP y el PSOE acaben por encima. Por último, como tercera clave, es innegable la influencia del Brexit en el contexto internacional, que golpeó los medios solo tres días antes de las elecciones con noticias negativas que anticipaban peores consecuencias para el futuro. Las grandes encuestas, que daban un mejor resultado a Unidos Podemos, y no tan bueno al PP, no midieron el impacto del Brexit. Es muy probable que los españoles relacionasen más un suceso como éste con Unidos Podemos, es decir, interpretarlo como una situación de cambio radical, de salir de un sistema, de hecho, hay declaraciones de Pablo Iglesias pidiendo la salida de España de la Unión Europea tal y como se conoce actualmente, que chocan con la visión europeísta que mostró el viernes, otra contradicción. Por tanto, si los medios de todo el mundo nos inundan con noticias catastrofistas sobre algo que es más fácil relacionar con Unidos Podemos que con su gran enemigo, el PP, tenemos un buen motivo para explicar el repentino cambio entre los resultados finales, y lo que anticipaban las encuestas semanas atrás.
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Miguel Ángel Matilla Blanco:
asesor de comunicación estratégica; formador; escritor Categorías
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Junio 2024
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