El próximo domingo se celebran las elecciones autonómicas de Cataluña, como siempre, especialmente entretenidas para quienes disfrutamos observando y analizando estos procesos. Una vez más, la independencia es el tema central, aunque esta vez parece que se intenta ir más en serio, lo que ha llevado durante los últimos meses a crear una sensación de radicalismo por parte de todas las posturas implicadas, hasta el punto de alejarse demasiado de la apreciada moderación que acaba permitiendo mayorías absolutas. Por una parte, tenemos a Junts Pel Sí, una coalición formada específicamente para buscar una mayoría absoluta que justifique la creación del estado catalán y, por supuesto, para esconder la desgastada figura del actual presidente de la Generalidad, Artur Mas. Por otro, un conjunto de formaciones que tratan de mantener a Cataluña en España, aunque con diferentes posturas, que van desde la creación de una federación, hasta el inmovilismo de un Partido Popular más alejado del centro que nunca, con un candidato, Xavier García Albiol, políticamente incorrecto que agudiza la sensación de radicalismo, sobre todo en cuanto a su discurso sobre la inmigración ilegal. Este contexto ha conducido a una situación en la que, según las encuestas publicadas hasta ahora, Junts Pel Sí roza la mayoría absoluta, aunque no está garantizada, pese a ser su razón de ser y único objetivo. Así como a un panorama en el que sólo parece crecer Ciudadanos (respecto a resultados anteriores), por ser precisamente el partido más moderado, tan solo le lastra su conservadurismo respecto a la situación de Cataluña en España, y el hecho de no tener a su líder, Albert Rivera, al frente. También crece significativamente CUP, la formación con la postura más extremista, hasta el punto de querer a Cataluña fuera de la Unión Europea. En el debate televisado hace unos días en La Sexta, se pudo ver como todos los candidatos trataron de normalizar una situación que ellos mismos se habían encargado de radicalizar durante los últimos meses, porque por fin parecen haberse dado cuenta de que, una vez puestas las cartas encima de la mesa en cuanto a su opinión respecto a la independencia, será la formación que más aparente acercarse al centro (y ganarse a los últimos indecisos dispuestos a votar) la que conseguirá cumplir sus metas electorales. La estrategia durante estos días está siendo evidente: normalizar lo propio y radicalizar lo ajeno; demostrar tranquilidad respecto a mi partido, y miedo en cuanto los demás (en todas las direcciones); tender la mano a quien piensa diferente para tranquilizar un debate ya radicalizado, y a la vez hacer ver que las otras formaciones no apoyarán al contrario. Como ejemplo, esta campaña de Junts Pel Sí, en la que repentinamente abogan por mantener una buena relación con España. Veremos si esta fase final sirve a Junts Pel Sí para asegurar su único objetivo, la mayoría absoluta, o necesitará pactar con otra formación para alcanzarla, lo que supondría en parte un fracaso electoral, ya que su hoja de ruta no estaría tan justificada, ni siquiera en caso de formar gobierno con CUP, ya que tienen visiones bastante diferenciadas. El segundo paso será cumplir lo prometido en el programa, y ejecutar realmente su propósito afrontando todas las consecuencias, sin quedarse en la nada, o echar balones fuera culpando a otros, como ha ocurrido hasta ahora. Pase lo que pase, lo que está por venir será muy interesante desde la perspectiva del análisis político.
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Miguel Ángel Matilla Blanco:
asesor de comunicación estratégica; formador; escritor Categorías
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Junio 2024
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