El candidato del Partido Popular a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, llevaba más de cuatro años sumido en el silencio, una estrategia que, como analizaba en este viejo artículo, le había funcionado bien hasta esta campaña electoral. Sin embargo, a menos de una semana de las elecciones generales, justo cuando más lo necesitaba, da la sensación de haber despertado, tras las provocaciones del socialista Pedro Sánchez en el último debate televisado, y del lamentable incidente que vivió en Pontevedra. Puede que sea tarde, pero en pocos días ha recuperado el protagonismo de la campaña, pese a que sus rivales parecían sacarle mucha ventaja en este sentido. En las pasadas elecciones generales, Rajoy no necesitó hacer una campaña demasiado vistosa, tan solo presentarse como el voto útil al cambio que se demandaba tras la irrupción de la crisis y la incapacidad del PSOE para levantar la tendencia del país. Ya en el Gobierno, siguió por el mismo camino, evitando las apariciones públicas y llegando a dejarnos algunos de los momentos más vergonzosos de la comunicación política española, con sus comparecencias ante periodistas a través de una pantalla de plasma. Todo ello provocado en parte por las difíciles medidas que llevó a cabo, muchas en contra de lo que indicaba su programa electoral. Así transcurrió su legislatura, mientras la población se crispaba, la oposición se hundía, viéndose obligada a renovarse, y surgían nuevos partidos que amenazaban no solo con acabar con el bipartidismo, sino con formar el próximo Gobierno. El paso del tiempo, así como otros procesos electorales, fueron consolidando estas nuevas formaciones y vaticinando el renacer del PSOE con el joven Pedro Sánchez a la cabeza. Pese a todo ello, los indicadores económicos parecen estar dando la razón en parte al Partido Popular, su gran baza electoral para aspirar a la reelección, y para haber paliado la fuerza con la que irrumpieron Podemos y Ciudadanos, sobre todo los primeros, que llegaron a aspirar a ganar las elecciones, para después estancarse por este y otros factores (Grecia, el escándalo de Monedero, cambio de discurso para poder ser verdaderos contendientes…). Así se llegó a una precampaña en la que el Partido Popular tenía todas las de perder, más por la corrupción y el desgaste que por el estado del país, aún sufriendo los estragos de la crisis, pero al alza. A todas las dificultades para Mariano Rajoy, se unía el nuevo perfil de sus rivales, candidatos jóvenes y con facilidad para actuar como tertulianos en distintos formatos televisivos. Aunque esto último logró compensarlo en parte con su apertura a participar en programas como el de Bertín Osborne, o en la Cope como comentarista deportivo. Ya entrada la campaña formal, fue un error no participar en la mayoría de debates electorales, ya que como se vio en el que mantuvo ante Sánchez, no tenía por qué haber salido mal parado. De todos modos, su sustituta, Soraya Sáez de Santamaría, hizo un buen trabajo, sin tenerlo nada fácil. No fue hasta la última semana cuando esa figura dormida, distante y en silencio desde hacía más de cuatro años, incluso durante la campaña que le llevó a convertirse en presidente, abrió primero un ojo, en el debate a dos ante Sánchez, y días después el otro, con su elegante reacción ante un suceso tan difícil de sobrellevar como ser brutalmente agredido y herido en público. En el debate frente al candidato socialista, tenía todas las de perder, y logró que el resultado fuera de empate, a la baja, porque en general fue un pésimo encuentro, pero salió vivo, e incluso dio muestras de viveza y orgullo al revolverse contra Sánchez tras las acusaciones de corrupción, además de otros comentarios afortunados en los que puso a su oponente contra las cuerdas. El despertar definitivo, el suceso que puede ser determinante para que el PP arañe los puntos que le permitan mantenerse gobernando, fue el condenable ataque que sufrió en Pontevedra, ante el que podía haber montado un drama (como no habrían dudado en hacer otros candidatos), y se limitó a decir a los medios que estaba perfectamente, que no había ningún problema, para después continuar con su agenda con total normalidad, a pesar de estar visiblemente dañado y sin las gafas. Además, no ha dudado en bromear recientemente sobre lo sucedido en las redes sociales, restando más importancia a lo ocurrido. Veremos si el Partido Popular logra mantenerse en el poder, o sus oponentes consiguen pactar para sacarles del Gobierno. Lo que está claro, es que hace unas semanas parecía que el Partido Popular se estrellaría en esta contienda, y a día de hoy, gracias a este inesperado despertar de Mariano Rajoy, mantienen su primera posición en las encuestas, e incluso existe la posibilidad de que mejoren levemente su resultado previsto, debido al ‘efecto underdog’, fenómeno que provoca que muchos votantes indecisos se solidaricen con quien aparente mayor debilidad, sobre todo si es presa de humillaciones y ataques.
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Miguel Ángel Matilla Blanco:
asesor de comunicación estratégica; formador; escritor Categorías
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Noviembre 2023
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